viernes, 13 de abril de 2012

Finances islàmiques o la visió social de la banca


Entenent l’Islam com a model de vida i no com a religió de forma secularitzada, la banca islàmica no implica qualsevol entitat financera que sigui originària de països islàmics, sinó que es caracteritza per a seguir els preceptes de l’islam a nivell de finances.S’opera amb definicions d’economia entesa com una eina per aconseguir fins socials orientats al benestar humà. Najia Lotfi va ser l’encarregada de inaugurar el programa Cartografia de coneixements - Cartografía de saberes amb una sessió sobre finances islàmiques que es va realitzar a la seu de la FCONGD el dia 22 de Febrer. Lotfi va fer una aportació clara i molt interessant sobre les particularitats de la banca islàmica.

La banca islàmica té uns principis generals:

En primer lloc prohibeix la riba o interès, de tal manera que banca i client comparteixen el risc de la operació financera. Si el projecte funciona tothom hi guanya, si el projecte va malament no hi guanya ningú i no es cobren interessos.

En segon lloc vincula el rediment a la productivitat, enlloc d’entendre el rendiment en relació als moviments econòmics sense base real, és una banca que fomenta les operacions totalment materialistes. Així, es desalenta l’especulació i totes les operacions financeres assentades en bases econòmiques fictícies.

En tercer lloc es prohibeix el garar o engany, s’exigeix una transparència en les transaccions i operacions sent objecte de prohibició la mentida i la falta de claredat.

En quart lloc la banca islàmica té un component ètic bàsic, ja que es prohibeix la finançació de projectes o empreses que duguin a terme operacions que siguin perjudicials per a les persones segons els criteris islàmics. Abans de finançar qualsevol projecte o empresa, el consell assessor de la banca valora la inversió per tal de no invertir en empreses ni projectes que la practiquin.

El programa Cartografia de coneixements – Cartografía de saberes està orientat a la cerca de eines per afrontar la crisi des d’una perspectiva col·laborativa, aprofitant les experiències dels ciutadans de tots els orígens. La segona sessió es celebrarà el 28 de març a les 19h a la Casa del Mar (carrer d’Albareda 1-13) de Barcelona i tractarà sobre les “tontines africanes”.

Per a més informació sobre el tema podeu contactar amb el CEA via la pàgina web, facebook, twitter o correu electrònic.

lunes, 27 de febrero de 2012

La paradoja: el Estado-nación cuaja y los modelos tradicionales se refuerzan


Es una de esas situaciones que se producen en África y que sólo podemos llegar a entender si decidimos renunciar a los prejuicios. En este caso, concretamente, se impone aceptar que la tradición no es inmóvil, no es retrógrada y no es oscura. Jordi Tomàs, antropólogo e investigador del CEA-ISCTE de Lisboa habló el miércoles 22 de febrero sobre la situación del Estado-nación en África, en el marco del ciclo de conferencias quese está realizando en el Centre Cívic Urgell sobre política y economía africana.

El investigador partió de una premisa importante: “Hace 10 años habría dicho que el estado-nación se percibe en África como algo ajeno, que es rechazado y que no tiene futuro. Hoy no puedo afirmar lo mismo”. Jordi Tomàs reconoció así una visión superficial habitual y por eso quiso ofrecer a los asistentes un análisis más complejo. De esos que pasan por rascar el barniz, de los que implican un riesgo porque están dispuestos a encontrar una respuesta compleja. Y, efectivamente, ese es el resultado: una situación compleja, seguramente, paradójica pero al fin y al cabo real.

En la mayor parte de los lugares de África conviven dos mundos, según este antropólogo, “uno africanizado pero de corte occidental, con escuelas como las de aquí, con hospitales como los de aquí y con sistemas judiciales como los de aquí”, pero a su lado, hay otra realidad, la de la “tradición” (siempre que liberemos a esta palabra de cualquier connotación oscurantistas o inmovilista), con su propio sistema educativo (el de las iniciaciones), con su propio sistema médico, con sus valores y sus estructuras familiares. Como explicaba Tomàs, lo más curioso es como estos dos mundos no son antagónicos, quizá ni siquiera paralelos porque se mezclan, se entrecruzan constantemente. “En el mismo día, una misma persona entra y sale de cada uno de estos mundos varias veces. Puede ir a tratarse una dolencia a un médico tradicional, no obtener el resultado deseado e irse a un hospital. Si tampoco le curan quizá vaya a otro médico tradicional más prestigioso”, contaba el antropoólogo.

Por otro lado, Tomàs explicó el indicio más importante de los que le llevan a pensar que el Estado-nación ha cuajado. Por ejemplo, los movimientos secesionistas actuales (unos 25 en toda África), reivindican la construcción de un Estado propio, no de otro tipo de organización política. No parece ser el modelo lo que les produce rechazo. En la misma línea, la mayor parte de estos movimientos no reclaman la vuelta a las fronteras de los reinos o imperios tradicionales, sino en muchos casos a fronteras coloniales. Son sólo algunos indicios, según este experto, unidos al hecho de que los africanos no tienen ningún reparo en emplear los recursos del Estado cuando es necesario o de declararse miembros de un estado-nación (cuando están en el extranjero).

Sin embargo, no hay que olvidar el otro lado de la moneda, el recurso a los sistemas tradicionales, tanto educativos, como médicos o judiciales y la fortaleza de los grupos étnicos como rasgo de identidad, tanto que muchos estados han preferido no mezclarse en determinados asuntos para evitar descontentos. Así que nos encontramos ante una paradoja, sin duda, pero una paradoja que funciona y hace que África avance con sus propias dinámicas.

El ciclo de conferencias del CentreCívic Urgell (c/Compte d'Urgell, 145) que organiza el Centre d'Estudis Africans continua el próximo miércoles 29 con una sesión de Artur Colom sobre economía africana. El martes 28 de febrero habrá una sesión especial con la proyección de la película "La pesadilla de Darwin". Será igualmente a las 19h

domingo, 19 de febrero de 2012

Llegaron los “dueños” de la paz

Los dueños de la paz son los que deciden qué significa esa palabra y también cuáles son las condiciones de tal manera que puedan imponerla, quieran o no quieran sus destinatarios. En el caso africano por no hacer un esfuerzo para comprender los motivos del conflicto, los “dueños” de la paz imponen una receta que funciona, eso todo el mundo lo sabe. Y la clave de este planteamiento no es la parte que hace referencia a la paz en sí misma, sino la que hace referencia a la imposición de unas medidas concretas (y a la vista de los resultados) equivocadas para alcanzarla.

El conflicto está profundamente arraigado en el imaginario occidental de África. Es un elemento fundamental de nuestros estereotipos desde los tiempos de la colonización que se empeñó en dibujar a los africanos como “salvajes”, como niños, lo que imponía la carga civilizadora que se pretendió dar a esa misión occidental, como explica Fernando Díaz Alpuente, politólogo y especialista en Relaciones Internacionales. En la charla que ofreció el 15 de febrero en el Centre Cívic Urgell dentro del ciclo de conferencias sobre política y economía africana que organiza el Centre d’Estudis Africans i Interculturals, su resumen  de la visión que se tiene las guerras en África no podía ser más clara: “El conflicto africano se presentan como cruento, porque es una violencia que no se entiende; inevitable, precisamente porque no se alcanzan a comprender su motivos; y ancestral”, ya que la única explicación (la más simplista y recurrente), entronca con las explicaciones tribalistas.

Así, en distintos momentos históricos se han impuesto corrientes distintas, según la explicación de Díaz Alpuente, y en los últimos años se han ido sucediendo la del nuevo barbarismo que reduce todos los conflictos a enfrentamientos étnicos, entendiendo que la etnia es un concepto propio del estado de incivilización de los africanos; la de las nuevas guerras, que defiende que ante la inoperancia de los estados se ha impuesto la hegemonía de los señores de la guerra; y la de la maldición de los recursos, que lo reduce todo a la codicia de los individuos, acompañando la explicación de una regla de tres simple, “a más recursos, más probabilidad de padecer guerras”. Salta a la vista que las explicaciones son de lo más reduccionista y que como señalaba el politólogo Fernando Díaz Alpuente “la violencia tiene que ver con el contexto histórico, social, político, económico y cultural de una sociedad”. Es decir, una visión que debe tener en cuenta muchos más factores. Sin embargo, es cierto que esas explicaciones mucho más inmediatas, menos complejas y más incompletas son la excusa perfecta para la acción de los “dueños” de la paz, o en palabras de este experto “el complejo de la paz liberal”, formado por elementos como instituciones financieras internacionales, estados, instituciones internacionales de desarrollo o grupos especializados en pacificación.

Occidente tiene la receta de la paz, no hace falta saber de dónde viene el conflicto, a quién enfrenta, cuáles son sus motivaciones, cuál es la posición de la sociedad…, no hace falta saber nada porque la guerra es siempre igual y la paz se “impone” aplicando una sencilla receta que monopoliza occidente. Para ese “complejo de la paz liberal” la paz es un proceso técnico y un trabajo apolítico. Es curioso, pero ni siquiera hay una técnica que sirva a todo el mundo para dejar de fumar, y ese “complejo” se empeña en tener una única receta válida en todos los casos para imponer la paz.

La receta mágica
Díaz Alpuente hacía una sencilla explicación de los pasos de esta receta. En primer lugar, “hay una dimensión militar que consiste en interponerse entre los contendientes para impedir (físicamente) el enfrentamiento”, sin pensar que eso no resuelve el conflicto, sino que genera una situación de “ni guerra, ni paz”. El segundo paso es la dimensión económica que permite que “empresas extranjeras se encarguen de reconstruir los estragos de la guerra” (huelga decir que al hablar de empresas extranjeras se hace referencia a empresas occidentales). Y por último, hay una “dimensión institucional”, la paz se hace como por arte de magia cuando se impone una “democracia formal” que a menudo, hace por ejemplo que los bandos enfrentados se repartan el poder, al margen de su actuación en el conflicto.

Ironías a parte, es evidente que “las intervenciones se supeditan a intereses extranjeros”, como comentaba este politólogo y que habitualmente se priman las soluciones militares. Por otro lado, el reparto a diestro y siniestro de esta receta universal para la paz obvia las iniciativas locales arraigadas en el territorio impulsadas por los propios protagonistas y que sí que tiene como objetivo resolver el conflicto y no “imponer” la paz. La conclusión de Fernando Díaz Alpuente es lapidaria: “Los africanos saben resolver sus propios conflictos, sólo necesitan que la combinación entre los factores locales y globales les sea favorable a ellos y no a los que se benefician de la guerra”.

El ciclo de conferencias continúa el miércoles 22 de febrero con una charla de Jordi Tomàs que es antropólogo e investigador del Centro d’Estudos Africanos – ISCTE de Lisboa sobre “Estado-nación” en África. Será a las 19 horas en el Centre Cívic Urgell (c/Compte d’Urgell, 145).

jueves, 9 de febrero de 2012

Cuando el poder es, en realidad, los poderes

 
Es complicado hacer un repaso de las cuestiones políticas africanas que parten de la descolonización y llegan hasta la actualidad. Es complicado, sobre todo, porque estamos (queramos o no, seamos conscientes o no) cargados de prejuicios…, dejémoslo, al menos, en influidos por prejuicios. En realidad, no dejan de ser la típica reacción que surge del desconocimiento (quizá decir ignorancia parece demasiado agresivo, ¿no?). Por eso, Rafa Crespo, antropólogo e investigador del Centre d’Estudis Africans (CEA),   que tenía encomendado hablar de esta cuestión (la conferencia llevaba el título “De la descolonització a l’actualitat” y estaba dentro del ciclo de conferencias que se está realizando en el Centre Cívic Urgell) y que conoce el punto de partida intentó, como de costumbre, “romper tópicos”.

“Los actuales procesos (cambios, elecciones…) que se están produciendo en África, no se pueden comprender sin entender la concepción que los africanos tienen del poder”, dijo Crespo. Y su afirmación parece evidente: para entender algo que ocurre, lo primero que intentamos es saber qué significa para sus protagonistas, ¿no? Pero claro, seguramente, muchos se preguntarían: ¡Ah! ¿Pero los africanos tienen una concepción (propia) del poder? La respuesta es tan simple como contundente: sí (y debería sonar como una bofetada a la prepotencia). Escuchando a Rafa Crespo se entiende, no sólo una concepción africana PROPIA del poder, sino que además es compleja y muy sana (aunque eso sea adelantar acontecimientos). “No se puede hablar de el poder, sino los poderes. Y el mayor riesgo para los africanos es que una sola persona reúna todos los poderes”, avanzaba Crespo.

A modo de ejemplo, el investigador señalaba que “no se puede gobernar en Senegal (un país con una tradición democrática que entronca con la francesa desde el S.XIX) sin un acuerdo con los marabouts, los líderes espirituales musulmanes. Cualquier nuevo presidente, lo primero que hace es ‘rendir pleitesía’ a los marabouts, aunque por ejemplo el primer presidente senegalés Leopold Sedar Senghor fuese católico”. Y eso mismo ocurre en muchos otros países. La fórmula para la generalización sería que los cargos electos necesitan una entente con los líderes religiosos (sean, unos y otros, de la confesión que sean).

Pero al mismo tiempo, hay una tercera variable, según Crespo, “el poder, la legitimidad de los marabouts viene de la umma (la comunidad de musulmanes), pero también de su vinculación con las religiones africanas”. Así tenemos un poder con tres patas, el poder político, el poder religioso y el poder tradicional (aunque esta palabra no sea del agrado de muchos investigadores, sirve dentro de la simplificación). Un complejo sistema de distribución del poder, de contrapesos, de estructuras que se controlan entre sí. Vaya, un sistema que se parece bastante a la formulación de la separación de poderes de las “democracias modernas”, pero con una diferencia fundamental: que en el caso africano la separación es real y no sólo formal. Otro ejemplo: gran parte de la legitimidad de la que parece una figura incontestable como la de Nelson Mandela viene de su condición de miembro de la familia real xhosa.

Rafa Crespo habló de muchas otras cosas en el Auditori del Centre Cívic Urgell ante un público formado por medio centenar de personas, desde la importancia de las mujeres en los procesos políticos africanos, hasta el creciente uso de las nuevas tecnologías; desde el nexo de todas las dinámicas africanas con el pasado, hasta las vinculaciones más allá de las fronteras; desde los agentes de las descolonización, hasta las influencias africanas en el arte occidental (con figuras como Picasso, André Breton o Barceló); de intereses económicos, migraciones o diáspora. Vaya imposible hacer un resumen.

En todo caso, esto no ha hecho más que empezar. La conferencia que protagonizó Rafa Crespo, forma parte de un ciclo de charlas sobre política y economía africanas que se celebrará cada miércoles en el Centre Cívic Urgell (c/Compte d’Urgell, 145). La próxima cita es el 15 de febrero a las 19h. en la que el politólogo Fernando Díaz Alpuente tiene el encomendado hablar sobre “Conflicto y gobernabilidad”.

sábado, 28 de enero de 2012

“Lo que es sustancial en la aventura humana ha ocurrido en África”

Los argumentos de Alfred Bosch, africanista y profesor de historia en la Universitat Pompeu Fabra, son aplastantes: “La diferencia entre el homínido que coge dos piedras y sólo es capaz de lanzarlas y el que las choca entre sí y construye una herramienta, es mucho mayor que la diferencia entre el móvil tronado de hace diez años y el último iphone. De la diferencia entre los móviles nadie se acordará dentro de cien años. El homínido que construyó la primera herramienta abrió el camino de la tecnología. Y eso ocurrió en África”. No está mal como inicio del Posgrado en Sociedades Africanas y Desarrollo que organiza el Centre d’Estudis Africans i Interculturals (CEA) en colaboración con la Facultat d’Humanitats de la Universitat Pompeu Fabra.

De hecho Bosch, en su sesión del viernes 27 de enero, la sesión inicial del posgrado, sabía que tenía que empezar por el principio, por eso recibió a los alumnos con la canción “Yakareké” de Seka Touré. “Yakareké significa ‘el comienzo, esto empieza’ en mandé”, advirtió a la treintena de alumnos que participan en la clase, “porque empezamos explicando el principio de cómo comenzó todo”. Con este trabalenguas el profesor anunciaba el objeto de su sesión, la prehistoria, el nacimiento de lo que él llama “la aventura humana”, ¡vaya!, el principio de la humanidad ocurrido en África.

Sí, señores y señoras, pese a quien pese es irrefutable que la humanidad (o la aventura humana) nació en África. En el tan vilipendiado continente negro, los homínidos se separaron de los primates hace cinco millones de años. Un poco de tiempo después (la friolera de un millón y medio de años) surgió el abuelo del abuelo, del abuelo… de nuestro abuelo (quizá la línea de parentesco no es tan precisa), el Austrolopitecus. Y, ¿dónde? Pues también en África. Y por último, hace solamente 200.000 años (milenio arriba o abajo), surgía el Homo Sapiens Sapiens, nuestro abuelo (como quien dice). Para entonces el hombre (o lo más parecido a él) ya había salido de África, había emigrado, pero lo cierto es que el Homo Sapiens Sapiens acabó imponiéndose a todas las demás subespecies de homínidos en todo el planeta y es decir que era lo que ahora somos (más o menos). A partir de ese momento, la evolución ha sido cultural y no ya física.

Parece ridículo tener que hacer este repaso, teniendo en cuenta las pruebas científicas, pero se hace imprescindible cuando algunos se siguen preguntando si África tiene historia, o incluso negándolo directamente… Juzguen por ustedes mismos. Bosch señalaba que el 80% de la aventura humana se ha producido en África y que ese 80% recoge los cambios más importantes, a partir de ahí, prácticamente todo son anécdotas o nimiedades comparadas con el hecho, por ejemplo, del nacimiento de la tecnología.

El discurso de Alfred Bosch es provocativo (y se puede permitir serlo aferrado como está a las evidencias científicas). Y así se atreve a afirmar que, con esta línea evolutiva, “la humanidad es africana”, que “todos somos africanos” o que “la aventura humana es la historia de una colonización africana del resto del mundo”. O bien, el error de base de la pregunta “¿por qué hay negros?”, asegurando que la pregunta correcta es “¿por qué hay blancos?, ya que los humanos en origen son negros”. Y todas estas afirmaciones son una “muestra de humildad”, porque “todos somos muy parecidos, venimos de un mismo lugar y África merece un respeto, aunque sólo sea por respeto a los antepasados”. Por eso animaba a los alumnos a que expliquen esta historia ante cualquier discurso racista. “Seguro que os divertís”, decía desafiante.



Este es el “Yakareké” del Posgrado en Sociedades Africanas y Desarrollo. A partir de aquí la treintena de alumnos matriculados se acercarán más a la actualidad en lo que respecta a la historia, analizarán la geografía africana, se asomarán a los sistemas políticos y económicos del continente y descubrirán porque las cosas pasan como pasan desde un análisis mucho más profundo del que están acostumbrados, porque a partir de ahora contarán con las herramientas del conocimiento de las particularidades culturales (de la religión, de la concepción del mundo, de la perspectiva de las identidad, del peso de la tradición y de la forma de integrarla, de sus potencialidades…). Todo un continente nuevo explicado en profundidad. Todo un mundo nuevo que se abre.

jueves, 19 de enero de 2012

El posgrado que nos viene

Resulta que falta poco más de una semana para que comience la acción formativa más importante que el Centre d’Estudis Africans organiza anualmente en colaboración con la Facultat d'Humanitats de la Universitat Pompeu Fabra: el Posgrado en Sociedades Africanas y Desarrollo. Y evidentemente no podíamos pasar por alto un acontecimiento como este. Que África es diversa, plural y una realidad con múltiples caras todos lo tenemos claro, a pesar del mensaje insistente de un continente homogéneo, sobre todo, en sus escasas cosas que ofrecer (me encanta la idea del título del blog de Lola Huete “África no es un país”, toda una declaración de intenciones). Con ese principio de complejidad en el horizonte, cuando uno se lía la manta a la cabeza sólo puede aspirar a intentar hacerlo bien y el programa del posgrado del CEA tiene ese horizonte y esa voluntad.

Ahora mismo la avalancha de estudios de posgrado es abrumadora y, por eso, se impondría hablar de la calidad del que organiza el CEA. Sin embargo, viendo los datos parece innecesario. Se encuentra en su novena edición y se celebra desde el año 2001 (en las primeras ocasiones fue bianual). Sin duda la veteranía es un grado. Cuando la lista de profesores implicados en este proyecto incluye a los investigadores de las universidades catalanas que mejor conocen la realidad africana, junto a los de universidades vascas, madrileñas o canarias, detallar currículos se hace un ejercicio innecesario.

Sin embargo, lo que de verdad es determinante en el Posgrado en Sociedades Africanas y Desarrollo es la solidez del proyecto y la implicación de todos aquellos que forman parte; la convicción, por decirlo de alguna manera. El espíritu de este curso es lo que le da un valor especial. El planteamiento de que África debe ser abordada desde el ámbito histórico tantas veces negado (Sarkozy y todos los que durante siglos han negado la historia a África deberían pasar al menos dos minutos con algunos de estos profesores); desde el punto de vista económico falseado a diario (si nos creemos lo que dicen las instituciones internacionales y los que manipulan los mercados, jamás nos habremos acercado ni remotamente a la realidad del continente); desde la vertiente de la actualidad (¿de verdad nos queremos quedar con los análisis superficiales que reducen los problemas y las potencialidades a una frase?); desde el entorno cultural (da risa y lástima pensar en aquellos que creen que si algo no entra en su esquema de pensamiento es porque no vale la pena ser conocido…); o desde el análisis de la cooperación (aquella cooperación que realmente busca mejorar las cosas y no sólo hacer caridad y calmar conciencias).

Los calificativos de la visión sobre África de este posgrado llenarían un post completo. Hacemos una pequeña prueba: constructiva, creativa, abierta, curiosa, desacomplejada, realista, multidimensional… La lista es tan larga que se hace abrumadora, así que lo mejor es informarse sobre los detalles de este nuevo intento de descolonizar las mentes.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

El pensamiento tradicional africano en busca de la armonía


“El África negra está entregando cada vez más espacio a los pensadores tradicionalistas. Los ‘filósofos modernos’ no tienen ninguna posibilidad porque fueron una caricatura y una fotocopia mal hecha para una población que no podía aceptarlos”. Así de duro y así de esperanzador se expresó Ferran Iniesta en la sesión sobre “Tradición y modernidad” que impartió en el curso “Àfrica Sudsahariana. Especificitats culturals i desenvolupament”, organizado por el Centre d’Estudis Africans.Se trataba de la última sesión del curso, la clausura y una oportunidad para que los alumnos pusiesen en relación todas las visiones que se habían mostrado en las jornadas anteriores. Iniesta no tiene pelos en la lengua, básicamente porque su aplastante argumentación le permite ser tan directo como crítico.

El profesor señaló un considerable cambio de tendencia en África a partir de finales de la década de los años 90 del siglo pasado. Desde ese momento, va ganando terreno una tendencia de sectores intelectuales, no necesariamente universitarios que escriben y debaten desde una óptica tradicionalista, es decir, sin obsesionarse por reproducir los parámetros de pensamiento occidentales. El motivo del cambio, según Iniesta, es que “se han dado cuenta de que el África de los intelectuales serviles que reproducían lo que les decían desde occidente no les llevaba a ningún sitio”.
En esos términos es en los que el profesor se refiere a los que se han considerado “filósofos modernos” africanos y es tan tajante que señala que “el pensamiento moderno en África es externo a África”. Según el planteamiento del profesor estos filósofos modernos eran la trasposición al terreno del pensamiento de un fenómeno que se había consolidado en el ámbito político. La copia del modelo de estado posterior a las independencias requería ese apoyo filosófico. Sin embargo, el fracaso de ese modelo de Estado, las “lamentables” décadas de los 70 y de los 80 y la “desastrosa” de los 90, puso delante de los ojos de los africanos que su futuro sólo podía salir de su propia iniciativa.
Para Iniesta, el humanismo, la ideología que subyace bajo las obras de los “jóvenes filósofos” “es la ideología que dice que podemos ponernos de espaldas a la armonía del mundo, para poner a la humanidad en el centro, que deriva en el individualismo más feroz”. El planteamiento del profesor lanza una duda: “El progreso y el desarrollo parecen sagrados…, pero, ¿y si no lo fuesen? ¿Si el impacto con el entorno pusiese en peligro nuestra especie?”.
Frente a esta perspectiva, los pensadores tradicionales reivindican la trayectoria africana. Autores como Alassane Ndaw, E. Messi Metogo, Ndebi Biya, Amadou Hampaté Ba o su propio maestro Tierno Bokar, entre otros, se enmarcan en esta corriente que se acerca mucho más a la armonía con el entorno, a través de reflexiones sobre cuestiones religiosas o espirituales, pero también etnonacionales.
La última idea lanzada es, en realidad, un guante, un desafío y un objetivo: “La aparición de una universidad tradicional africana es el gran reto de la nueva década”.