Es una de esas situaciones que se
producen en África y que sólo podemos llegar a entender si
decidimos renunciar a los prejuicios. En este caso, concretamente, se
impone aceptar que la tradición no es inmóvil, no es retrógrada y
no es oscura. Jordi Tomàs, antropólogo e investigador del CEA-ISCTE
de Lisboa habló el miércoles 22 de febrero sobre la situación del
Estado-nación en África, en el marco del ciclo de conferencias quese está realizando en el Centre Cívic Urgell sobre política y
economía africana.
El investigador partió de una premisa
importante: “Hace 10 años habría dicho que el estado-nación se
percibe en África como algo ajeno, que es rechazado y que no tiene
futuro. Hoy no puedo afirmar lo mismo”. Jordi Tomàs reconoció así
una visión superficial habitual y por eso quiso ofrecer a los
asistentes un análisis más complejo. De esos que pasan por rascar
el barniz, de los que implican un riesgo porque están dispuestos a
encontrar una respuesta compleja. Y, efectivamente, ese es el
resultado: una situación compleja, seguramente, paradójica pero al
fin y al cabo real.
En la mayor parte de los lugares de
África conviven dos mundos, según este antropólogo, “uno
africanizado pero de corte occidental, con escuelas como las de aquí,
con hospitales como los de aquí y con sistemas judiciales como los
de aquí”, pero a su lado, hay otra realidad, la de la “tradición”
(siempre que liberemos a esta palabra de cualquier connotación
oscurantistas o inmovilista), con su propio sistema educativo (el de
las iniciaciones), con su propio sistema médico, con sus valores y
sus estructuras familiares. Como explicaba Tomàs, lo más curioso es
como estos dos mundos no son antagónicos, quizá ni siquiera
paralelos porque se mezclan, se entrecruzan constantemente. “En el
mismo día, una misma persona entra y sale de cada uno de estos
mundos varias veces. Puede ir a tratarse una dolencia a un médico
tradicional, no obtener el resultado deseado e irse a un hospital. Si
tampoco le curan quizá vaya a otro médico tradicional más
prestigioso”, contaba el antropoólogo.
Por otro lado, Tomàs explicó el
indicio más importante de los que le llevan a pensar que el
Estado-nación ha cuajado. Por ejemplo, los movimientos secesionistas
actuales (unos 25 en toda África), reivindican la construcción de
un Estado propio, no de otro tipo de organización política. No
parece ser el modelo lo que les produce rechazo. En la misma línea,
la mayor parte de estos movimientos no reclaman la vuelta a las
fronteras de los reinos o imperios tradicionales, sino en muchos
casos a fronteras coloniales. Son sólo algunos indicios, según este
experto, unidos al hecho de que los africanos no tienen ningún
reparo en emplear los recursos del Estado cuando es necesario o de
declararse miembros de un estado-nación (cuando están en el
extranjero).
Sin embargo, no hay que olvidar el otro
lado de la moneda, el recurso a los sistemas tradicionales, tanto
educativos, como médicos o judiciales y la fortaleza de los grupos
étnicos como rasgo de identidad, tanto que muchos estados han
preferido no mezclarse en determinados asuntos para evitar
descontentos. Así que nos encontramos ante una paradoja, sin duda,
pero una paradoja que funciona y hace que África avance con sus
propias dinámicas.
El ciclo de conferencias del CentreCívic Urgell (c/Compte d'Urgell, 145) que organiza el Centre d'Estudis Africans continua el próximo miércoles
29 con una sesión de Artur Colom sobre economía africana. El martes
28 de febrero habrá una sesión especial con la proyección de la
película "La pesadilla de Darwin". Será igualmente a las 19h