Sí, señores y señoras, pese a quien pese es irrefutable que la humanidad (o la aventura humana) nació en África. En el tan vilipendiado continente negro, los homínidos se separaron de los primates hace cinco millones de años. Un poco de tiempo después (la friolera de un millón y medio de años) surgió el abuelo del abuelo, del abuelo… de nuestro abuelo (quizá la línea de parentesco no es tan precisa), el Austrolopitecus. Y, ¿dónde? Pues también en África. Y por último, hace solamente 200.000 años (milenio arriba o abajo), surgía el Homo Sapiens Sapiens, nuestro abuelo (como quien dice). Para entonces el hombre (o lo más parecido a él) ya había salido de África, había emigrado, pero lo cierto es que el Homo Sapiens Sapiens acabó imponiéndose a todas las demás subespecies de homínidos en todo el planeta y es decir que era lo que ahora somos (más o menos). A partir de ese momento, la evolución ha sido cultural y no ya física.
Parece ridículo tener que hacer este repaso, teniendo en cuenta las pruebas científicas, pero se hace imprescindible cuando algunos se siguen preguntando si África tiene historia, o incluso negándolo directamente… Juzguen por ustedes mismos. Bosch señalaba que el 80% de la aventura humana se ha producido en África y que ese 80% recoge los cambios más importantes, a partir de ahí, prácticamente todo son anécdotas o nimiedades comparadas con el hecho, por ejemplo, del nacimiento de la tecnología.
El discurso de Alfred Bosch es provocativo (y se puede permitir serlo aferrado como está a las evidencias científicas). Y así se atreve a afirmar que, con esta línea evolutiva, “la humanidad es africana”, que “todos somos africanos” o que “la aventura humana es la historia de una colonización africana del resto del mundo”. O bien, el error de base de la pregunta “¿por qué hay negros?”, asegurando que la pregunta correcta es “¿por qué hay blancos?, ya que los humanos en origen son negros”. Y todas estas afirmaciones son una “muestra de humildad”, porque “todos somos muy parecidos, venimos de un mismo lugar y África merece un respeto, aunque sólo sea por respeto a los antepasados”. Por eso animaba a los alumnos a que expliquen esta historia ante cualquier discurso racista. “Seguro que os divertís”, decía desafiante.
Este es el “Yakareké” del Posgrado en Sociedades Africanas y Desarrollo. A partir de aquí la treintena de alumnos matriculados se acercarán más a la actualidad en lo que respecta a la historia, analizarán la geografía africana, se asomarán a los sistemas políticos y económicos del continente y descubrirán porque las cosas pasan como pasan desde un análisis mucho más profundo del que están acostumbrados, porque a partir de ahora contarán con las herramientas del conocimiento de las particularidades culturales (de la religión, de la concepción del mundo, de la perspectiva de las identidad, del peso de la tradición y de la forma de integrarla, de sus potencialidades…). Todo un continente nuevo explicado en profundidad. Todo un mundo nuevo que se abre.
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