martes, 22 de noviembre de 2011

La cooperación que madura con la autocrítica


Precisamente un día antes de que El País haya publicado un artículo sobre la salud de la cooperación (“La cooperación no es una causaperdida” de Lola Huete Machado) a Jacobo Ocharan le tocó abordar un tema comprometido en el Curs “Àfrica Sudsahariana. Especificitats culturals idesenvolupament”. Ocharan, profesional de la cooperación desde hace más de quince años, tenía un encargo resbaladizo, hablar sobre “Cooperación, desarrollo y ayuda humanitaria”, el título de la sesión llevaba incorporado una apostilla “una visión crítica”, pero teniendo en cuenta que ser crítico o no es una cuestión muy subjetiva, Ocharan prefirió ponerlo, de entrada, entre paréntesis. 

En todo caso, no se le puede negar una visión honesta de este ámbito que en los últimos tiempos está siendo controvertido. Ocharan fue crítico o, al menos, lo fue con un matiz que por sí mismo ya es una declaración de intenciones. “La crítica a la cooperación al desarrollo es tan antigua como la propia cooperación. Y la crítica a la cooperación al desarrollo en África es tan antigua como la propia cooperación en África”, anunció antes de entrar directamente en materia. Su planteamiento resulta, cuando menos, sincero y un argumento, objetivamente, de bastante peso.
“Este (el de la cooperación al desarrollo) es uno de los sectores más autocríticos y sin duda, uno de los que más ha estudiado, investigado e invertido para aprender de los errores. Es curioso que muchos otros sectores no hayan hecho lo mismo, como el financiero, por ejemplo”, comentó Ocharan, como inicio de lo que se anunciaba como su análisis crítico. A modo de ejemplo de esta autocrítica que el profesor ve casi tatuada en el propio espíritu de la cooperación planteó el nacimiento de algunas organizaciones que precisamente nacieron de ese proceso. Ocurrió con Médicos Sin Fronteras, frente al modo de actuar de la Cruz Roja en un momento determinado, y también con Oxfam como respuesta a la actitud del gobierno británico. “Ahora estas dos entidades también hacen crítica”, advirtió.
Sin embargo, uno de los elementos más valientes de su sesión fue mostrar esas críticas. Es sano, aunque no habitual que el que está cuestionado tenga el coraje de mostrar los argumentos en su contra, para tratar de rebatirlos, en algunos casos, o, incluso, para reconocer otros. Parece que un proceso así es un ejercicio real de autocrítica sincera y constructiva.
Para abanderar estas corrientes críticas Ocharan mostró las posturas de Dambisa Moyo y de Gustau Nerín. La primera autora defiende que viendo los resultados de la ayuda al desarrollo en África desde las independencias lo mejor sería ponerle fin “porque crea dependencia y  desincentiva a los gobiernos africanos a buscar otras soluciones”. Así explicó Ocharan la posición de esta economista zambiana que propone como solución una apertura del comercio más igualitario y con la eliminación de ciertos obstáculos.
Nerín, por su parte, considera la cooperación como una forma de neocolonialismo, según Ocharan, un elemento que fomenta la corrupción de los gobiernos africanos y la falta de transparencia y que se echa en falta la rendición de cuentas por parte de las ONG. Además de la premisa de “todo por África, pero sin África”, es decir, la negación de la participación de los “beneficiarios”.
Las críticas en tela de juicio
Respecto a los argumentos de Moyo, Ocharan planteó sus dudas en relación con la utilidad de un comercio liberalizado como solución a los problemas de África. “Si no podría imputarse a la cooperación todos los éxitos de África, tampoco es justo que se le atribuyan los fracasos”, comentó Ocharan. Por otro lado, en relación a las críticas de Nerín comentó que algunos de los argumentos son sólidos, pero que, por ejemplo, la lucha contra la corrupción y los procesos de transparencia y rendición de cuentas son preocupaciones de las ONG en las que han trabajado y avanzado mucho en los últimos años “aunque no quiere decir que no se pueda seguir mejorando”. Y finalmente, un reconocimiento: “No podemos romper completamente la imagen del negrito desamparado, porque nuestros objetivos se verían seriamente afectados. Es cierto, en ese sentido, a veces, le hacemos el juego al sistema”.
En todo caso, Ocharan reclamó una mejora de la imagen de África a través de los medios, un tratamiento más respetuoso de la imagen en los casos de emergencias y un aumento del papel de las víctimas y de los protagonistas directos africanos, en detrimento de las ONG, que habitualmente se convierten en intermediarios por comodidad de los propios medios y por interés. Además del discurso autocrítico Ocharan obligó a los asistentes a tomar partido, a argumentar a favor y en contra de algunos de estos argumentos, todo ello para conseguir que el mensaje calase, para que su impacto fuese más directo. Un esfuerzo de movilización y de mejora que es de apreciar.

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