sábado, 19 de noviembre de 2011

Consejos de desarrollo del “Norte” que el “Norte” nunca aplicó


Occidente, el “norte”, el Primer Mundo, o como se quiera llamar a esa parte del mundo que impone a la otra formas de vida y modelos políticos, económicos y de todo tipo como pretendiendo moldearlo a su imagen y semejanza. No siempre fue desarrollado. O, al menos, algunos de sus miembros más prominentes, no lo fueron. Incluso, se podría ir más allá, recordando que fueron colonias, es el caso, por ejemplo, de los Estados Unidos. Resulta interesante mirar con un poco de perspectiva, como hizo ayer el profesor Eduardo Bidaurratzaga en la sesión “África en la economía mundial” que impartió en el curso “Àfrica Sudsahariana. Especificitats culturals i desenvolupament” que organiza el CEA en colaboración con la Facultat d’Humanitats de la UPF.

Entre el aluvión de ideas, propuestas, debates, datos y dudas que Bidaurratzaga arrojó sobre los presentes en un continuo ejercicio de provocación, el profesor mencionó a Ha-Joon Chang, economista surcoreano autor del libro Retirar la escalera.  Chang “ha puesto sobre la mesa algunas realidades incómodas”, advirtió Bidaurratzaga. La teoría se empeña en decir que la especialización no solo favorece al que se especializa sino también a todos los demás, sin embargo parece ser que mirando algunos ejemplos, la fórmula no es tan simple.
Según Bidaurratzaga, Chang hizo un análisis histórico para tratar de descubrir cómo los países que ahora son desarrollados llegaron a estar donde están. Y la respuesta no puede ser más ilustradora: “No hicieron nada de lo que ahora recomiendan hacer a los países subdesarrollados”. El profesor citó el caso de los Estados Unidos que como es bien sabido fue una colonia británica. En aquel tiempo, los británicos recomendaron a los Estados Unidos especializarse en lo que realmente se suponía que hacían bien, la producción de materias primas. El Reino Unido pretendía que al otro lado del Atlántico se construyese el gran granero de Occidente. Sin embargo, la fórmula que aplicaron fue bien distinta. Desoyeron los consejos intencionados (no necesariamente bienintencionados) y se empeñaron en la industrialización. Ahora son los Estados Unidos los que reproducen el modelo, asegurando a los países africanos que el mejor camino hacia el desarrollo es profundizar su especialización primario-exportadora… ¡Vaya, el habitual “consejos vendo y para mí no tengo”!

La propia responsabilidad
Sólo a modo de apunte del bombardeo de ideas transgresoras lanzadas por Bidaurratzaga se puede mencionar el factor de subdesarrollo que señalan algunos profundos estudios de sesudos economistas. La conocida como “variable África” trata de dar respuesta a la pregunta de, ¿qué pasa en África que no funciona? Y la formulación de esa variable es un argumento perfecto: “pues ella en sí misma”. Y digo un argumento perfecto porque es tan pobre que ni siquiera deja espacio a ser refutado. Había pensado en calificarlo de “infantil”, pero no me parece justo considerar a los niños tan irracionales como este aplastante argumento.
Otro de los reproches habituales a la posición de África en el sistema económico mundial, suele ser que “África está excluida, marginada de este sistema”. Y la explicación más habitual es que cuando pasó el tren, África caminaba tan lento que no fue capaz de cogerlo, su propia dinámica económica le dejó fuera. Ella y, sólo ella, es la responsable. Ante este diagnóstico, el tratamiento parece simple, debe abrirse más a la economía mundial, debe hacer un esfuerzo por insertarse en el sistema internacional… Pero, ¿y si el diagnóstico es erróneo, o más bien voluntariamente erróneo?
Bidaurratzaga esgrimió en su sesión tablas, datos objetivos, análisis empíricos que demuestran que la economía africana es una de las que más actividad internacional tiene y no sólo eso, sino que además esa extraversión es creciente. Entonces… quizá la formulación del problema debería ser otra. Quizá no se trate tanto de un problema de inserción en el sistema mundial, como de una enorme inserción pero en condiciones desventajosas.

Dar la espalda al derrotismo
Después de hablar de Ayuda Oficial al Desarrollo, de Índice de Desarrollo Humano, de flujos financieros, de modelos productivos, de papel en el comercio internacional y de muchas otras variables económicas, Bidaurratzaga se pasó al lado de los aspectos positivos. “No podemos obsesionarnos con que África está fatal y, sobre todo, con que está peor que nunca, porque hay datos que arrojan muchas dudas sobre esta segunda parte”, explicó el profesor. Algunas variables han mejorado en los últimos treinta años. Sólo un ejemplo: “La tasa de mortalidad infantil se ha reducido en todo el mundo, incluida África Subsahariana. Es cierto que es la región en la que menos se ha reducido, pero no se puede discutir que se ha reducido”. Así, el profesor señalaba que “la situación podría haber mejorado más, si se hubiesen aplicado políticas sociales más activas, pero lo cierto es que han mejorado”.
Más allá de la crítica, los asistentes a la sesión de Eduardo Bidaurratzaga se llevaron algunas reflexiones sobre la situación, posibles soluciones, caminos que sería deseable recorrer como un replanteamiento de la cooperación con una visión más planificada, más estable y menos volátil, menos dependiente de factores externos; una superación de lo que se ha conocido como “fatiga de la cooperación”, porque “hay un compromiso con países que están como están porque nosotros lo hemos permitido”; la necesidad de un trabajo para fortalecer el Estado (“el que los responsables del subdesarrollo han colaborado a desmontar”), sobre todo, a través del apoyo a los movimientos sociales; o la ruptura del consenso de Washington, que negaba la heterogeneidad de las realidades africanas y proponía una única fórmula de desarrollo basada en la liberalización.
A modo de resumen muy práctico y declaración de intenciones: “Yo creo en la cooperación, pero reconozco que al desarrollo no se llega por la cooperación y que lo ideal es que el proceso de desarrollo sea lo más autónomo posible. Sin embargo, la cooperación debe tener un papel de acompañamiento a ese proceso de desarrollo, sin establecer condiciones ni tratar de dictar la agenda”.

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