miércoles, 16 de noviembre de 2011

Un proceso sin precedentes (y de difícil repetición)


En un periodo relativamente corto de tiempo todo un continente (casi todo, mejor dicho) accedió a la independencia, un proceso que hoy en día nos parece absolutamente impensable. Esta es la idea fundamental de la sesión “Història contemporània” que ayer dio Eduard Gargallo en el Curs “ÀfricaSudsahariana. Especificitats culturals i desenvolupament”. Una visión por la historia del continente desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad.
Gargallo realizó un minucioso repaso por el proceso de descolonización, un detallado recorrido que ayuda a entender algunas de las dinámicas que se han generado en la actividad de los nuevos gobiernos independientes africanos. En la superficie se ve corrupción y mala gestión de los recursos. En la parte sumergida del iceberg, sin embargo, está la explicación de estas situaciones. Es cierto, cuanta más información se tiene, más preguntas aparecen, pero la explicación de Gargallo permite aclarar algunas dudas.

• ¿Por qué los estados europeos se empeñaron en mantener las posesiones coloniales? La marcha de la economía colonial era esperanzadora para los administradores. Pura ley del mercado. La demanda de la economía de guerra y la posterior reconstrucción hicieron aumentar el precio de las materias primas. ¡Vaya, los habituales intereses económicos! Pero hay, según Gargallo una segunda razón completamente aplastante: los estados coloniales necesitaban mantener su situación de prestigio y la empresa imperial aparecía como un buen argumento.
¿Por qué fue creciendo el clima anticolonial? Además de las declaraciones internacionales y del posicionamiento de la opinión pública, Gargallo atribuye el cambio de mentalidad a lo que él llama “los efectos negativos de los positivos”. Parece complicado pero basta con pararse y escuchar la explicación de este investigador. Durante la colonización se había extendido (relativamente) la educación y se habían formado las élites educadas que empezaron a quejarse por la desigualdad de oportunidades. La dinámica económica había hecho aumentar la población urbana y una clase “proletaria” que empezó reclamando derechos laborales y terminó exigiendo derechos políticos. Finalmente, el aumento del número de colonos había permitido desarrollar algunas empresas, cierto, pero también perjuicios para la población autóctona y una “conflictividad creciente”. Es decir, un caldo de cultivo más que adecuado.
¿Por qué crecieron los movimientos nacionalistas africanos? Las potencias coloniales aplastaron las primeras expresiones de descontento, acabaron con las manifestaciones armadas, pero no pudieron aplacar unas protestas que iban en aumento. Y entre otros motivos, las potencias se dieron cuenta de que negociar con los nacionalistas una independencia  controlada frenaría los extremismos y la posibilidad de que los nuevos estados se escapasen de su “supervisión”.
¿Por qué se produjeron procesos de independencia tan dispares? Francia aplicó su doctrina centralista a los procesos de autodeterminación. Reino Unido, sin embargo, optó por soluciones a medida. Portugal (igual que España, con su microimperio) se aferró a las colonias como expresión de su régimen dictatorial.
Las respuestas a estas preguntas van dando pistas de las que realmente acaban siendo esclarecedoras:
¿Qué esconde el modelo de nuevos estados independientes? Según Gargallo, las independencias fueron lideradas por las élites educadas locales cuyo “objetivo era echar a los europeos pero no para establecer un régimen de libertades sino para monopolizar el poder y, sobre todo, para mantenerlo”. De ahí, la estructura del Estado diseñada, perfecta para poder mantener las redes de favores.
¿Por qué proscribieron las estructuras tradicionales? Gargallo aseguró que se consideró una herencia del colonialismo, con el que algunas autoridades tradicionales habían colaborado. Además “se consideraban retrógradas, reaccionarias, oscurantistas y contrarias a la modernización”. Pero, sobre todo, porque evidenciaban las diferencias étnicas y entorpecían el proceso de construcción nacional… en realidad, el discurso antiétnico “escondía la propia etnicidad de los que estaban en el poder, su política pretendidamente neutral era en realidad la voluntad de favorecer a su grupo”.
¿Por qué fracasaron estos modelos de Estado? Seguramente, los nuevos gobernantes cometieron un error de cálculo, pensaban que sus países contaban con más recursos de los que tenían y no pudieron soportar el aumento de los servicios públicos. La deriva autoritaria había llevado a los estados hacia modelos de partido único. La perspectiva occidental hace pensar en un déficit democrático, pero lo cierto es que si se mantuvieron durante más de dos décadas fue por el apoyo de las potencias occidentales. Los dictadores les resultaban “útiles” porque mantenían sus intereses económicos y respetaban los acuerdos prioritarios. Además el enfrentamiento de los dos bloques durante la Guerra Fría generaba un equilibrio precario. Cuando el bloque soviético cayó, el occidental dejó de necesitar a los dictadores africanos y empezó a imponer condiciones… No son sólo cuestiones políticas, cerraron el grifo de la financiación, lo que hizo aflorar la conflictividad social…
Y con esta explicación, después de la clase de Eduard Gargallo se impone preguntarse: ¿Quién es responsable? Para esa pregunta, cada uno debe darse su propia respuesta, aunque con información mucho mejor.

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